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lunes, mayo 29, 2006

¿Por, qué, Señor permaneciste callado?

¿Por, qué, Señor permaneciste callado?
Este viaje, además de un itinerario de fe, ha sido un paso decisivo en el progreso de una Europa que necesita construirse desde la recuperación de los valores cristianos Ésta es la herencia que ha recibido, que administra y que transmite con la más alta dignidad, del gigante que fuera el Papa polaco Juan Pablo II. Por eso, en sus homilías ha resaltado la figura de Juan Pablo II y del también fallecido cardenal primado Stefan Wyszynski, cuyas vidas ha dicho “están fuertemente unidas a la historia de Polonia”. El olvido de la historia y la pérdida del agradecimiento por el testimonio de quienes nos han precedido es garantía de fracaso. El progreso de la fe, de la esperanza y de la caridad, exige no perder el horizonte del Evangelio de la verdad que no admite rebajas. También el Pontífice ha denunciado que el relativismo domina en la sociedad y que hay personas e instituciones que “haciendo caso omiso de la tradición intentan falsificar la palabra de Cristo y erradicar del evangelio la verdad, demasiado incómoda para el hombre moderno”.
Y, por ultimo la imagen que quedará para siempre prendida en nuestra memoria, ha sido la del Papa atravesando a solas y a pie, el portón del campo de concentración de Auschwitz, bajo el escalofriante lema “el trabajo os hará libres”, forjado en letras de hierro. Un Papa alemán rezando ante el “muro de la muerte”, el lugar donde los nazis asesinaron a más de un millón de personas tiene un poder simbólico y la fuerza de quién, como hijo del pueblo alemán, proclama la gracia de la reconciliación. Allí la mirada creyente se estremece y humanamente interpela al Padre por su silencio: ¿Por qué, Señor, permaneciste callado? Pero esta pregunta de resonancias bíblicas, es ya un acto de afirmación de que Dios estaba con los que morían y gritaba con ellos.
Elena Baeza Villena